Tras varios años de “vacas flacas”, el mercado inmobiliario por fin vuelve a estar en alza. Esto presenta alegrías y un sinfín de oportunidades para muchos, pero también genera situaciones potencialmente conflictivas entre caseros e inquilinos. Esto se debe principalmente a que los arrendadores ven en la recuperación económica una oportunidad única: subir los alquileres.
Sin embargo, cabe reflexionar bien sobre dar este paso. Cada situación debe ser analizada individualmente, ya que existirán casos en los que –dada la recesión- la renta del inmueble esté muy por debajo del precio de mercado y eso deba ser corregido por pura justicia y coherencia.
No obstante, con la nueva situación económica, muchos propietarios deciden buscar sacar la mayor rentabilidad posible a su inmueble. Si bien esta decisión puede resultar lucrativa y rentable a corto plazo, puede ocasionar problemas con los arrendatarios.
El riesgo de subir el alquiler al inquilino
Más allá de perder a un buen inquilino, el riesgo de la subida de los alquileres es muy claro a la hora de buscar nuevos inquilinos, dado que suele deparar en un aumento de la morosidad, provocada fundamentalmente por dos razones:
- La primera es que, con el fin de conseguir los precios más altos, muchos propietarios descuidan la selección de los nuevos inquilinos y por ahí entran un buen número de candidatos con un nivel de insolvencia notable.
- La segunda razón del aumento de morosidad suele ser por problemas de gestión. Al incorporarse al mercado, muchos propietarios no tienen ninguna experiencia previa en la gestión de alquileres, lo que provoca confrontaciones constantes con sus inquilinos que normalmente desembocan en impagos de renta o de suministros.
Y es que, como cuenta Jose Ramón Izquierdo (abogado especialista de la Agencia Negociadora del Alquiler) en esta entrevista radiofónica, se debe tener presente que –aunque supongan una gran tentación- los inquilinos que están dispuestos a pagan las rentas más altas suelen ser los que prestan menos garantías, y también aquellos que suelen estar menos tiempo arrendados.
Por lo tanto, si como propietarios estamos pensando en subir la cuantía del alquiler a nuestro inquilino actual, la mejor idea es siempre hablar primero con él y tratar de consensuar los pasos a dar para no generar conflictos innecesarios.
Si, pese a esto, el inquilino decide abandonar la vivienda o simplemente ésta se encuentra deshabitada, la recomendación es buscar un perfil de inquilino que, a cambio de rentas más atractivas, permita que les solicitemos más garantías económicas. Estos serán el tipo de arrendatarios más atractivos: aquellos que tenderán a permanecer más tiempo arrendados en las casas porque no tendrán esa necesidad económica de cambio.